Son tan pocas las veces que Charlène de Mónaco aparece en los actos públicos del principado, que cada reaparición suya va cargada de simbolismo y de numerosas interpretaciones.
Ella y su marido, Alberto, han presidido los actos del Día Nacional del Principado, que es uno de los grandes acontecimientos de su agenda , y para el que el soberano quiere verse siempre rodeado de toda su familia: hermanos, sobrinos y familiares cercanísimos. En las fotos principales están, claro, sus mellizos, Jacques y Gabriela, de casi 9 años.
Charlène está muy recuperada del problema de salud que en 2021 la hizo retirarse de sus funciones institucionales, debido a una severa infección de garganta que la obligó a pasar por el quirófano.
La enfermedad la pasó en Sudáfrica, de donde se trasladó luego a Suiza, para afrontar su recuperación en un estado de calma total y desconexión de todas sus funciones.
A pesar de los insistentes rumores sobre el estado de su matrimonio, Charlène empezó a apoyar de nuevo a su marido, cada vez en más actos, hasta llegar el pasado fin de semana al Día Nacional, que es la fiesta por excelencia del pequeño país.
No han faltado las hermanas del monarca, las princesas Carolina y Estefanía y sus sobrinos: Pierre Casiraghi, con su esposa, Beatrice Borromeo; Andrea Casiraghi, con Tatiana Santo Domingo; Carlota Casiraghi, Alejandra de Hannover y Louis Ducruet, con su mujer Marie; Pauline Ducruet y Camille Gottlieb. El color de las invitadas, en su mayoría, ha sido el rojo.
La familia principesca participó en la Catedral de Mónaco de una misa de acción de gracias y un Te Deum.
Entre los invitados a la misa en la Catedral, decorada con rosales rojos, se encontraban los hermanos de Charlène, Gareth y Sean Wittstock, quienes tienen una gran presencia en la vida pública del Principado. Asimismo, en el primer banco se ha sentado Mélanie-Antolinette Costello de Massy, cuya madre, Elizabeth-Ann de Massy, era prima hermana del príncipe Alberto y que se ha convertido en uno de los mayores apoyos de Charlène.
Por la noche, hubo una ópera de gala en la que el rojo y los brillos volvieron a ser la tónica elegida por la mayoría de las invitadas.