Panini recopila en su serie Must Have la época del escritor Peter Milligan en la Patrulla X con dibujantes como Salvador Larroca y Roger Cruz.
El principio de siglo no estaba siendo la mejor época para los Hombres X, etapas irregulares, crossovers de poco interés y la crisis de Marvel golpeaban a la franquicia mutante. Fue Grant Morrison el único que pudo triunfar en esta travesía por el desierto. Le tocó a Peter Milligan ocuparse de la nueva era que llegaría de manos de Joe Quesada a Marvel en la Patrulla X. El resultado siempre ha sido polémico y la resolución de sus cambios muy rápidamente por parte de la editorial deja un ambiguo mensaje sobre la etapa: ¿fue original y rompedora, quizá demasiado, y hubo de corregirla y embocarla al camino tradicional, o, resultó tan desastrosa que había que olvidarla deprisa?
Un autor muy original
Mientras todo Marvel se revolucionaba de mano de los autores llegados del mundo independiente de manos de Joe Quesada, los mutantes recuperaban a Chris Claremont y a un autor que había firmado algunas series destacables en la Distinguida Competencia y que había creado una serie de culto con X Statix: Peter Milligan.
El escoces no terminaba de cuajar en historias de superhéroes. La oportunidad de escribir una serie legendaria como X Men era un oferta de oro para dejar claro que su trabajo no solo se limitaba a series de culto o de nicho, podía escribir un superventas. El resultado dejó claro algunas cosas: Peter Milligan es muy original. Lo que le gusta escribir no era lo que el sector de supers suele leer; que los mutantes populares son los que arrancan más ventas, aunque los secundarios que ganan protagonismo pueden convertirse en protagonistas y que alterar el status quo en Marvel es casi imposible.
Golgotha
Y así de nuevo hubo dos Patrullas X diferentes (vale, Lobezno siempre estaba presente) y la que eligió Milligan recogía algunos personajes principales y recuperaba a otros más ignorados como eran Kaos y Polaris. Apoyado en Salvador Larroca en una etapa notable transicional entre su estilo totalmente digital actual y sus primeros pinitos en dicha forma de trabajo. El escritor nos llevaba a una guerra contra un ser que podía leer mentes, controlarlas y llenarlas de ilusiones, fantasías o pesadillas: Golgotha. Una aventura en el polo que recordaba poderosamente a la Cosa de John Carpenter, y que con los poderes del antagonista ya no sólo promovía la paranoia sino las más bajas pasiones. La resolución es dura. Algo que no suele ser propio de la Patrulla, dejando claro que Milligan tenía otra forma de trabajar.
Y mientras la trama principal se desarrollaba, en las bambalinas Gambito y Picara pasaban por su enésima crisis como pareja. Esta vez promovida por alguien muy interesado en su ruptura. Esta trama continuará y será clave para la gran saga que preparaba Milligan. Pero no solo el cajún iba a ser víctima de la malvada mente del escocés, siempre hubo un plan para varios mutantes, un plan apocalíptico que incluía visiones, aliens, y a Doop.
Pero Dinastía de M y el día M cambió todo en la franquicia mutante, y le tocó al escritor lidiar con el asunto. La mejor manera, con las consecuencias, que dejaban miedo y cambios que nadie esperaba, y revertir cambios y decisiones de otras series es algo que le pega mucho al escritor. Pero no resultó tan lúcido como pretendía. Más aún cuando en el medio tenía un cruce con Pantera Negra. EL personaje vivía una nueva era de brillo con Gregory Hudlin, y Ororo como diosa africana tenía su lugar en su historia, así como en el corazón de T’Challa. Este pequeño impasse interrumpió el ritmo de la serie, pero tenía interés como para no resultar un mal evento puntual.
La Sangre de Apocalipsis
Y llegó Milligan a lo que iba a ser su gran historia. La Sangre de Apocalipsis. El gran villano mutante tenía un plan para que el mundo evolucionara, cambiará, a un paraíso donde solo los aptos, los fuertes, sobreviven. Pero si bien la intención era buena y causaba interés, el desarrollo devino a un evento con algún momento álgido pero muy plano. Los giros de guion añadieron confusión y una sensación de improvisación poco atractiva, y el desenlace no deja de ser un anticlímax esperado. Tras esta época Milligan abandonaría la serie en manos de nuevos autores, y que tuvieron mucha más fortuna con ideas novedosas y revolucionarias.
El arte corrió de la mano de Salvador Larroca durante la mayoría de la serie con aportaciones de Roger Cruz o Aaron Lopresti. La regularidad artística y la espectacularidad del valenciano elevo la calidad de la etapa, pero no llega a elevarla lo suficiente como para destacar entre las múltiples eras de los Hombres X.