El enoturismo de Mendoza tiene una nueva casa del vino, en medio de un resort entre viñedos, a solo 40 minutos de la ciudad de Mendoza.
El emprendimiento se llama El Arca, donde descansan los Arcángeles y los Demonios de la bodega Sin Reglas, y está ubicado en el complejo vitivinicola Dragonback Estate, en Alto Agrelo, la localidad viñatera de Luján de Cuyo.
El responsable del nuevo desarrollo es Andrés Ridois, economista, artista plástico y diseñador de vinos. Este mendocino, que lleva 15 años creando marcas, es gerente de las bodegas Colosso, Sottano, Sin Reglas y de la Fundación Sin Culpa, que fomenta el reciclado de las botellas de vinos.
“Me dedico a crear vinos con magnetismo, como son las marcas Barrabas, Pilatos, María Magdalena, Judas, Los Arcángeles y Demonios, entre otras, que surgieron de la inspiración bíblica”. define el desarrollador.
En 2018, cuando su proyecto enológico había alcanzado una identidad, Ridois decidió lanzar etiquetas de vinos elaborados con fudres fabricados en Croacia (un recipiente de acero inoxidable con óptimos resultados para la guarda de vinos), y a un valor de 100 dólares la botella.
El gerente explica por qué apuesta a este segmento de alto poder adquisitivo: “La gente toma menos, y la única unidad rentable es la alta gama, vinos que se toman en el lugar de destino”, dice.
El origen de los demonios
En 2019, Ridois se enfermó de cáncer, y llegó la pandemia del Covid. “En pleno tratamiento de quimioterapia, en 2020, empecé a sacar la línea de vino Los Demonios”, recuerda. Y describe: “Uno se siente un poco demonio, con los miedos, la oscuridad y un costado oculto”.
En medio de un proceso de transformación personal del dueño de la bodega, que incluyó cambio de alimentación y meditación incluida, apareció la marca Mil Demonios, un vino de alta gama que debe su nombre a los mil días que lleva el proceso de producción.
El jefe de enología del Arca es Adrián Toledo, quien consiguió, en pocos meses, vender todos los vinos que habían creado.
Los vinos de El Arca, Los Arcángeles y Demonios están pensado para el mercado nacional pero a gusto del paladar de brasileños y paraguayos, que son los principales clientes de la bodega.
“En Estados Unidos solo el 25% de lo que se consume es importado. Y en Brasil tenemos muchos consumidores con poder adquisitivo que compran estos vinos. Mis clientes son 90% brasileños, y muchos cruzan la frontera para comprar vinos”, explica Ridois.
Los vinos son elaborados con uvas del Valle de Uco, Agrelo y Perdriel. La nueva bodega está construida con un formato que permite producir decenas de vinos de alta gama, cada ejemplar único en su variedad, porque se especializa en la creación de vinos de alta calidad y alta gama.
“Acá ningún vino ni uva pasa por bombas antes de la fermentación. El envejecimiento en fudres, con un leve contacto de la madera debido a su dimensión, garantiza que la madera no enmascare las características del vino, sino que le aporte un componente de sofisticación y el tiempo necesario para que estos grandes vinos argentinos se destaquen a nivel mundial”, explica Ridois.
Oportunidad en pandemia
La bodega está dedicada a la microvinificación de partidas seleccionadas, con más de 130 tanques de acero inoxidable en pequeños contenedores y más de 600 mil litros de fermentación en fudres de madera nueva proveniente de los bosques de Eslavonia en Croacia, en colaboración con la tonelería Auric.
La oportunidad surgió con la pandemia: “Cuando se cerraron los restaurantes, empezó la mayor oferta de vino en las bodegas que no podían venderlo y aprovechamos a comprar y sacar nuevas líneas”, dice Ridois. Y enumera: “Fuimos sacando nuevas etiquetas: Lucifer, el Gitano, el Vikingo, el Pirata, y fueron saliendo muchos demonios”.
El portfolio se completa con un espumante, un vermú y los vinos Sin Culpa, que el emprendedor desarrolló con su hija Santina. Juntos crearon la Fundación Sin Culpa, que fomenta la reutilización de botellas de vidrio y que por cada caja de vinos que vende planta un árbol en el perímetro de la bodega.
“Construí una bodega para hacer microvinificaciones, para mantener la fruta primaria, los aromas y sabores, y el 100% en fudre”, afirma el propietario.
Sus vinos están pensados para los clientes latinoamericanos que visitan Argentina. Por eso, el futuro del emprendimiento será abrir este espacio al turismo y ampliar la oferta de Mendoza, que cuenta con 205 bodegas abiertas al turismo, la mitad con restaurantes propios.
La inuaguración de la bodega, el primer fin de semana de diciembre, fue con una gran fiesta al atardecer. Contó con la presencia de más de 800 invitados, entre clientes y proveedores, que disfrutaron de los vinos del Arca y el paisaje imponente de las montañas de la Cordillera de los Andes.