Hace más de dos décadas comenzó en bastantes naciones lo que puede definirse como una epidemia de opiáceos. Desde entonces, el uso indebido de estos fármacos ha hecho estragos en las vidas de muchas personas. Y cada año fallecen muchos miles de personas por sobredosis de opiáceos.
Esta clase de fármacos, que incluye compuestos tanto naturales como sintéticos, se adhiere a receptores específicos del cerebro e impide la respiración si se consumen en grandes cantidades.
La naloxona bloquea los efectos de los opiáceos al adherirse a los mismos receptores.
Actualmente, la naloxona se administra en forma de inyección o aerosol nasal y debe administrarse lo antes posible tras una sobredosis.
Partiendo de otras investigaciones sobre las formas de controlar el momento de administración del fármaco,
Un equipo integrado, entre otros, por Daniel Kohane y Wei Zhang, ambos de la Escuela Médica de la Universidad Harvard, en Estados Unidos, intentó desarrollar un sistema basado en nanopartículas que los profesionales sanitarios pudieran inyectar debajo de la piel de una persona adicta al consumo de opiáceos para administrarle naloxona en caso de que la necesitara.
El equipo de Kohane y Zhang creó las nanopartículas uniendo moléculas de naloxona a un polímero considerado seguro para el ser humano, lo que dejaba al fármaco temporalmente inerte. La unión entre la naloxona y el polímero se realizó con una molécula sensible a la luz conocida como cumarina. Una luz con una longitud de onda de 400 nanómetros, que el ojo humano percibe como azul, desprendió la cumarina de la naloxona, que pudo entonces desplazarse libremente hasta los receptores y bloquear el efecto de los opiáceos. Los investigadores afirman que la intensidad de la luz azul necesaria para romper el enlace químico hace que no sea probable que la luz solar o la luz ambiental interior activen accidentalmente este mecanismo.
Recreación artística de activación de fármaco mediante luz. (Ilustración: Amazings / NCYT)
Tras inyectar en ratones morfina y estas nanopartículas, los investigadores descubrieron que podían revertir los efectos de la morfina exponiendo la piel donde se había administrado la inyección a una luz LED azul durante dos minutos. El equipo también consiguió que los ratones liberasen naloxona desde la misma zona tres veces a lo largo de 10 días. Aunque su eficacia se redujo en parte, el mecanismo siguió contrarrestando el efecto de la morfina hasta un mes después de la inyección. Según los investigadores, ese plazo podría ampliarse con más estudios. También indicaron que la luz LED azul necesaria para liberar la naloxona podría incorporarse a una pulsera, que quizá podría también usarse sobre el lugar de administración para que el tratamiento sea lo más eficaz posible.
El estudio se titula “On-Demand Opioid Effect Reversal with an Injectable Light- Triggered Polymer-Naloxone Conjugate“. Y se ha publicado en la revista académica Nano Letters. (Fuente: American Chemical Society)