La Asamblea Nacional de Corea del Sur ha aprobado una ley para prohibir la cría de perros para consumo humano, una costumbre muy polémica que sigue en vigor en varios países asiáticos pero cada vez más rechazada por sus propios ciudadanos. Aun así, no entrará en vigor de inmediato: se concede una moratoria de tres años para que las industrias y restaurantes implicados abandonen esta práctica, que será ilegal y sancionable a partir de 2027.
Esta medida es el resultado de décadas de protestas contra esta polémica costumbre, que cada vez tiene menos aceptación dentro de la propia sociedad surcoreana. Según una encuesta pública realizada en 2022, el 87,5% de los ciudadanos del país nunca ha consumido carne de perro y el 56% eran favorables a la prohibición. La mayoría de los que respondieron que alguna vez habían comido perros eran gente mayor, mientras que la gran mayoría de los menores de 30 años nunca lo había hecho; algunos afirmaron haberlo hecho por presión social debido a que sus familiares sí la comían.
Manifestación en Seúl en julio de 2023, a favor de la prohibición del consumo de carne de perro.
La iniciativa para prohibir esta práctica partió de la primera dama del país, Kim Keon-hee, y fue puesta en marcha por el presidente Yoon Suk Yeol, que se declara amante de los animales y tiene seis perros y ocho gatos. La ley ha sido aprobada por una aplastante mayoría de 208 votos a favor y solo dos abstenciones, gozando de un amplísimo consenso entre los partidos.
La medida prohíbe la cría, sacrificio, distribución y venta de carne de perro destinada al consumo humano. A partir de 2027, quienes la infrinjan se enfrentarán a penas de hasta dos años de prisión y multas de hasta 30 millones de wones (casi 21.000 euros al cambio actual). La ley obligará a los restaurantes a retirar la carne de perro de su menú y al cierre de las granjas de cría (unas 1.150 en todo el país), y afectará también a todos los intermediarios como mataderos y distribuidores.
Granja de perros para consumo en Corea del Sur.
Por qué en algunos países se consume carne de perro
El consumo de carne de perro era habitual hasta hace pocas décadas en varios países asiáticos, principalmente China, Corea, Indonesia y Vietnam, pero también en Camboya, Filipinas, Laos, Tailandia y algunas partes de la India. Se creía que la carne de perro poseía propiedades beneficiosas para la salud y, en particular, que ayudaba a resistir mejor el calor húmedo del verano en el sudeste asiático. En el siglo XX también se consumía carne de perro en algunos países de Europa y América, pero era poco habitual; y en algunos países de África a veces se consume de forma esporádica.
En realidad, esta práctica no solo no tiene ningún beneficio sino todo lo contrario: consumir carne de perro entraña un gran riesgo de contagiarse de enfermedades mortales como la rabia y el cólera, así como de numerosas enfermedades parasitarias muy comunes en los países del sudeste asiático. Precisamente ese fue el principal motivo por el que el gobierno chino decidió prohibir su consumo en 2020, después de que estallase la pandemia de COVID-19.
El nureongi o spritz amarillo coreano es la principal raza criada en este país para el consumo humano.
El incremento de popularidad de los perros como mascotas también ha contribuido a la pérdida de esta práctica entre las generaciones más jóvenes. De hecho, según informes de la ONG Humane Society International, en muchos de estos países la tolerancia social a esta costumbre ha disminuido notablemente como consecuencia del robo de mascotas. La misma entidad advierte de que muchos de los perros sacrificados son callejeros y tienen parásitos, aumentando mucho el riesgo de que se propaguen epidemias.
Corea del Sur es, de hecho, la excepción entre los países donde aún se consume carne de perro porque la mayoría de estos son criados en granjas como ganado, a menudo en condiciones sanitarias muy malas y con métodos de sacrificio que no siempre observan la obligatoriedad de sacrificar a los animales con métodos que no les causen sufrimiento: en teoría debería ser mediante una descarga eléctrica, pero se ha informado de casos en que los animales eran colgados o golpeados hasta la muerte.
Las granjas de perros para consumo a menudo se encuentran en condiciones higiénicas deplorables, que facilitan la transmisión de enfermedades.
Es por ello que en los últimos años ya se habían tomado medidas al respecto, cerrando algunas explotaciones y mercados, mientras que la oposición pública a esta práctica crecía. Alrededor de un millón de perros son consumidos cada año en el país, según Humane Society International Korea. La ONG celebra que se haya llegado a “un punto crucial para librar a millones de perros de esta cruel industria”. Pero aun así, no será hasta dentro de tres años.