¿Qué es el oro?
El oro es un elemento químico de número atómico 79, lo que significa que cada átomo de mercurio cuenta con 79 protones en su núcleo atómico. Se representa con el símbolo Au debido a la traducción de su nombre en latín aureum, es decir, “amanecer radiante”. Se encuentra en el grupo 11 y el periodo 6 de la tabla periódica, por lo que pertenece al grupo de los metales de transición. Está considerado un metal pesado y noble, lo que quiere decir que es inerte ante la mayoría de corrosivos y que reacciona con muy pocos elementos. Esto último permite que generalmente se encuentre en la naturaleza de forma pura.
Se trata de un elemento muy escaso en la corteza terrestre, ya que apenas presenta 0,004 partes por millón según las fuentes más optimistas. Las vetas de oro normalmente se forman en el interior de la corteza terrestre, y suele presentarse en compañía del cuarzo y la pirita. Cuando estos minerales son disueltos por la acción de las aguas, el oro se desprende y se acumula en depósitos aluviales, en forma de vetas de pepitas de oro.
Existen minas en todos los continentes excepto en la Antártida, aunque las mayores reservas podría encontrarse en Australia. Otra fuente de oro con gran potencial es el agua de mar, donde se estima que la concentración es de 1 parte por cada mil millones de moléculas de agua.
Propiedades químicas del Oro (Au)
- El átomo de oro tiene una configuración electrónica [Xe] 4f¹⁴ 5d¹⁰ 6s¹. Esto quiere decir que en sus capas internas tiene la misma configuración electrónica que el gas noble xenón, pero se diferencia en sus capas externas (las importantes para la reactividad), que son las indicadas.
- Es considerado un metal noble. Esto quiere decir que es un metal químicamente estable y en condiciones normales no se oxida ni se corroe.
- Su masa atómica es de 196,97 g/mol y su densidad de 19,3 g/ml.
- El oro tiene un brillo amarillo característico y es muy dúctil, por lo que es apreciado en joyería y para ciertos usos industriales. Su punto de ebullición de encuentra en los 2970°C y su punto de fusión en los 1063°C.
- El oro es un gran conductor del calor y de la electricidad.
- El oro únicamente tiene un isótopo estable, ¹⁹⁷Au, aunque se han podido sintetizar otros isótopos de forma artificial que tienen interesantes aplicaciones médicas. El más estable de ellos es ¹⁹⁵Au, que tiene un período de semidesintegración de 186,1 días.
- Empleando Agua Regia, una mezcla de ácido nítrico y ácido clorhídrico, obtiene ácido cloroáurico. Este método se puede utilizar para purificar el oro ya que posteriormente se puede extraer de la mezcla empleando disulfito de sodio.
- Los estados de oxidación del oro son +1 y +3. El más habitual en la naturaleza es el primero.
- La pureza del oro se mide en kilates. El oro puro es de 24K, aunque es muy blando para usarlo en joyería. Por ello se mezcla con plata, cobre u otros metales para endurecerlo. El oro de 18K -también conocido como “oro de ley” es el más utilizado para joyería; contiene 18 partes de oro y 6 de otros metales.
- El oro se empleó como divisa durante milenios. En la actualidad, el hallazgo más antiguo que contiene piezas de oro es la necrópolis de Varna, en Bulgaria que se estima que data del 4600 – 4200 a.C.
Efectos sobre la salud
Desde la antigüedad el oro ha estado vinculado con el misticismo y se le han atribuido propiedades mágicas y curativas. Según explican los expertos, esta relación probablemente se diese en la antigüedad porque las personas que podían permitirse el oro normalmente tenían acceso a una mejor alimentación y mayores comodidades, lo que repercutía positivamente en su salud. Encontramos ejemplos de estos usos medicinales en textos como el papiro de Ebers, que data del año 1500 a.C., y en el que se indica la eficacia de rezar ante 40 bolitas de oro para, probablemente, bajar una fiebre de un recién nacido.
Posteriormente su uso también se extendió por la cultura occidental, como muestran los escritos de Hipócrates. En occidente, los alquimistas chinos también empleaban oro en la ansiada búsqueda del elixir de la vida eterna. Sin embargo, los efectos de estas pócimas no eran los esperados, ya que los consumidores de estos elixires podían morir o sufrir de graves problemas de salud al tomarlos. Sin embargo, esto no era culpa del oro, si no de los otros ingredientes, como el arsénico o el mercurio, que se empleaban durante la preparación de los elixires.
La medicina moderna ha encontrado usos más interesantes para el oro y sus isótopos. Por ejemplo, en los años 60 y 70, era común emplear el isótopo ¹⁹⁸Au para la irradiación de tumores en la terapia anticancerígena. Este isótopo se inserta mediante cirugía dentro del tumor para que lo irradie y acabe con la mayor cantidad de tejido posible en un procedimiento denominado braquiterapia. Sin embargo, en la actualidad se están investigando otros usos que conlleven menos riesgo, como las nanopartículas de oro. Estas partículas de tamaño aproximado entre 10 y 100 nanómetros se pueden modificar para destruir las células tumorales, ya que su toxicidad depende, en gran medida, de su forma. Otro método para combatir el cáncer emplea ondas electromagnéticas de longitud de onda determinada para calentar las partículas que hayan entrado en las células tumorales y, así, destruirlas sin dañar otros órganos.
Aunque sin duda, el uso más habitual del oro es en la gastronomía. El oro es inerte en su forma pura, por lo que puede ser ingerido sin peligro. De ahí que se hayan popularizando comidas que llevan láminas finas de oro para aportarles un extra de glamur. Es importante que estas láminas sean de la mayor pureza posible, ya que las trazas de metales tóxicos podrían causar problemas. En el intestino, el oro no reacciona con los ácidos ni con los líquidos estomacales, por lo que no aporta ningún tipo de nutriente.
Efectos ambientales del oro
Al tratarse de un metal noble, sus efectos en la naturaleza son escasos o nulos. Además, como se trata de un metal tan escaso, es muy complicado que se produzca un vertido de grandes dimensiones que pueda alterar los ecosistemas.
Sin embargo, los métodos empleados para su extracción sí que suponen un peligro medioambiental. La minería de oro requiere de la deforestación del terreno, y las voladuras mediante explosivos generan ruido y aerosoles. Además, para su purificación se necesitan de grandes instalaciones que emplean químicos muy tóxicos como el cianuro o, anteriormente, el mercurio.
La mina de oro a cielo abierto de Kalgoorlie, Australia. Su foso tiene aproximadamente 3,5 kilómetros de largo, 1,5 kilómetros de ancho y 600 metros de profundidad.
Estos químicos se almacenan en balsas que suponen un peligro por el riesgo de vertido. Uno de estos vertidos ocurrió en la ciudad de Baia Mare, Rumanía, en el año 2000 cuando uno de los diques cedió, desaguando 100.000 metros cúbicos de aguas contaminadas al río Someș. Debido a su magnitud, este vestido fue sido calificado como el peor desastre medioambiental en Europa desde Chernóbil. Actualmente la legislación contempla los sistemas de seguridad de las minas de oro, aunque la minería ilegal sigue siendo un problema en muchos países, especialmente en Sudamérica.