El atacante brasileño Vinícius Junior regresó a Mestalla, el escenario donde vivió uno de los capítulos más duros de su carrera deportiva. Y en su vuelta, se apuntó un doblete para el Real Madrid.
En su última visita al Valencia, Vinicius detuvo el partido y señaló a los que proferían insultos racistas contra él para que fuesen echados del estadio. Con la lección aprendida para ser “una persona mejor”.
Consciente de los errores cuando lo extradeportivo le descentra en los partidos. “Yo no soy tonto y sé que, a veces, hablo demasiado y hago cosas que no tengo que hacer, pero estoy aquí para mejorar, quiero mejorar y estoy aprendiendo”, confesó en Riad el pasado 14 de enero tras la conquista de la Supercopa de España ante el Barcelona, su décimo título con el Real Madrid.
No fue un partido fácil para el Real Madrid, que estuvo dos goles abajo en el primer tiempo: Duro Pedales, a los 27 minutos, y Yaremchuk, a los 30, anotaron para el Valencia. Antes de terminar ese periodo, Vinicius anotó el tanto del empate, a los 45+5.
Apenas lo consiguió, Vinicius volteó hacia la tribuna del Valencia y levantó su puño derecho, un histórico gesto contra el racismo.
Pero luego, Vinicius fue más allá: ya en la segunda etapa, el brasileño anotó el gol del empate, a los 76. Esta vez, su celebración consistió en llevarse las manos a los oídos, un gesto que dividió opiniones, pues algunos lo calificaron de provocador.
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