La nieve rosa, también conocida como nieve roja, nieve de sangre o Watermelon snow (nieve sandía, en inglés), lleva miles de años fascinando e inquietando a científicos y exploradores del mundo entero. Ya en el siglo IV a.C., Aristóteles escribió sobre este fenómeno natural, siendo el primero en documentar esta nieve de tonalidad curiosa.
En el siglo XIX, la comunidad científica descubrió que el color rojizo de la nieve se debe a la proliferación de una especie de alga verde llamada Chlamydomonas nivalis, cuyo pigmento carotenoide rojo tiñe el característico blanco del hielo de rosa. Esta especie de alga es criofílica (amante del frío) y prospera en aguas heladas, de ahí que la nieve rosa sea común en las regiones polares alpinas y costeras.
Pese a que la nieve rosa tiene una justificación científica y biológica y es parte de un proceso natural, las consecuencias de la proliferación del alga Chlamydomonas nivalis puede suponer un problema para el medio ambiente.
En un estudio publicado en la revista Nature en 2016, un grupo de investigadores concluyeron que esta microalga hace que la nieve se derrita más rápido, ya que su pigmento reduce la capacidad de la nieve de reflejar el calor del sol.
La microalga Chlamydomonas nivalis es la responsable de que la nieve se tiña de rosa.
“Mostramos que la nieve roja, un hábitat de algas común que florece después del inicio del derretimiento, juega un papel crucial en la disminución del albedo”, explicaron los autores.
Su investigación demostró que la presencia de esta microalga puede llegar a disminuir el albedo (el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre ella) en un 13% en temporada de derretimiento. Esto puede tener graves consecuencias en los ecosistemas, ya que aumenta el tiempo y el área de hielo desnudo expuesto.
La vida y organización de las microalgas de montaña sigue siendo un misterio para la comunidad científica y se desconocen los factores que han provocado el aumento de la proliferación de la Chlamydomonas nivalis en los últimos años. Aun así, los investigadores piden que este fenómeno se tenga en cuenta en los modelos de cambio climático.
Para avanzar en el conocimiento de estos microorganismos se ha fundado ALPALGA, un proyecto que aúna a biólogos, ecólogos y glaciólogos interesados en investigar las especies que habitan en la nieve.
APALGA pretende arrojar luz sobre algunas cuestiones fundamentales que ayuden a entender el fenómeno de la nieve rosa como, por ejemplo, saber cómo estas algas soportan unas condiciones de temperatura y luz solar tan extremas. Además, quieren estudiar qué efectos están teniendo estas floraciones en el deshielo y cómo está influyendo el calentamiento global en todo este proceso.