Vinícius habla y afirma que lo único que quiere es jugar al fútbol, jugar por su familia, y mientras dice esas palabras se quiebra, llora, no puede dejar de hacerlo, no le salen más frases. Llora porque sufre, porque mientras juega con el Real Madrid o la selección de Brasil desata un odio que no entiende, no es el odio clásico hacia un rival, es uno exacerbado. En los estadios le gritan negro, le gritan mono, lo desprecian, le hacen gestos, lo provocan, él también provoca, se convirtió en un jugador controvertido, acechado por el racismo.
En tiempos en los que el fútbol quiere erradicar el odio racial de las tribunas, Vinícius se convirtió en un caso aparte, foco de las agresiones y símbolo de la Fifa en su lucha contra esta forma de violencia en los estadios. Este futbolista brasileño, que tiene solo 23 años y despliega un talento inagotable, vive su vida de futbolista bajo este brote hostil. No es de ahora. Desde 2021 empezaron los agravios contra el futbolista, donde juega, incluso afuera de los estadios se escuchan ofensas contra su color de piel.
Según el diario El País de España, se han consignado 18 ataques racistas contra el brasileño, denunciados en fiscalías especializadas en delitos de odio, y ninguno ha tenido condena aún. Hay un aficionado que podría ir a juicio, acusado de llamar “mono” a Vinícius. El jugador y el aficionado comparecieron frente a un juez y Vinícius dijo que no aceptará su disculpa.
“La estrategia o las acciones nunca serán suficientes hasta que erradiquemos esta lacra”, dijo el presidente de la liga española, Javier Tebas. Pero el odio no para. En el reciente amistoso entre España y Brasil hubo nuevas agresiones, que coincidieron con el llanto de Vinícius en una rueda de prensa. “Quiero que tengamos más igualdad en un futuro próximo con menos casos de racismo. A veces quiero concentrarme en el partido y no puedo, es muy difícil estar pensando en eso todos los días. Solo quiero jugar al fútbol”, dijo Vinícius, desconsolado, en medio del llanto.
Sus lágrimas desataron nuevos odios. El exportero paraguayo José Luis Chilavert explotó. “Pan y circo, el primero que insulta y ataca a los rivales es él. Que no sea maricón, el fútbol es para hombres”, dijo.
La respuesta no se hizo esperar de parte del técnico del Real Madrid, Carlo Ancelotti. “No tiene sentido comentar las declaraciones de otros que no están dentro del tema y hablan por dar aire a la boca sin saber”. Didier Drogba, exdelantero de Costa de Marfil, expresó: “Vinícius va a tener que armarse de coraje y seguir rindiendo al máximo porque, de momento, es la única manera de defenderse”.
A Vinícius lo acusan de ser un provocador, de burlarse de los rivales y de exaltar a los aficionados. Lo cierto es que en las últimas semanas se han registrado nuevos ataques en España, no solo contra él. Marcos Acuña, del Sevilla, recibió insultos de parte de la afición del Getafe, “Acuña mono”. También hubo ataques al DT del Sevilla, Quique Sánchez, al que le gritaron en forma despectiva “gitano”.
Vinícius aprovechó sus redes y manifestó: “Solo tendremos victoria cuando los racistas salgan de los estadios directo a la cárcel, lugar que se merecen”.
Vinícius dice, entre lágrimas, que solo quiere jugar y que está perdiendo las ganas, sabe que su principal adversario es ese odio racial que se ensaño contra él y contra el fútbol.
Pablo Romero
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET