Jannik Sinner es el hombre del momento en el mundo del tenis, un nombre poco conocido, pero que de a poco se abre paso en la historia de este deporte
Con solo 22 años ha demostrado que está hecho para grandes hazañas en una disciplina en la que llegó por el capricho de su padre.
El arranque
Decidido, calculador y de sangre fría, en eso se convirtió el trasalpino sobre la cancha de tenis y lo volvió a demostrar el pasado domingo en la final del Masters 1000 de Miami, allí exhibió su mejor tenis para llevarse una victoria apabullante en apenas una hora y 13 minutos contra el búlgaro Grigor Dimitrov (6-3 y 6-1) y demostrarle al planeta que quiere ser el número uno.
“Ha sido un placer verlo, pero definitivamente no un placer jugar contra él (…) No hubo partido”, señaló Dimitrov sobre su rival.
Sinner cortó la mala racha que tenía en Miami, en donde perdió dos finales (2021 contra Hubert Hurkacz por 6-7 y 4-6 y contra Daniil Medvedev por 5-7 y 3-6 en 2023), pero la tercera fue la vencida y pudo gritar campeón por tercera vez este año tras ganar el Abierto de Australia y el ATP 500 de Rotterdam.
El italiano, con solo 22 años, consiguió lo que nadie en su país logró en la historia. Su triunfo en Estados Unidos le permitió desbancar al español Carlos Alcaraz y ser el segundo mejor tenista clasificado en el escalafón mundial de la ATP. “Ser número dos es una gran sensación, nunca imaginé llegar a este punto”, admitió Sinner.
Así comenzó
Su carrera ha despegado como cohete. Sinner llegó al tenis de carambola, la primera raqueta que tuvo en su mano fue con 7 años porque a su padre le gustaba ese deporte y estaba encaprichado en que debía jugarlo. En su pensamiento de niño solo había un sueño: ser un gran esquiador.
Sinner nació en San Candido, límite de Italia con Austria, se enamoró de los blancos valles de Sesto-Val-Fiscalina (norte italiano), donde vivió parte de su niñez porque sus padres trabajaban como chef y mesera en el restaurante Talschlusshutte.
Con 8 años se convirtió en una de las figuras más prometedoras en el país y a los 12 ya tenía en sus vitrinas un campeonato nacional de eslalon gigante y el segundo lugar de cuatro periplos. Siendo solo un niño tuvo que tomar la decisión y eligió el tenis porque su vida corría menos riesgo y porque un error no le traería un desenlace fatal.
“Soy un muchacho normal que creció en la montaña y le encantan los deportes de invierno, pero eran demasiado arriesgados para mí, por eso me decanté por el tenis”, afirmó en la revista Vitality Fair.
“Al esquiar debes descender una colina durante unos 90 segundos. Si cometes un error, estás acabado… En el tenis puedes jugar durante dos horas, cometer muchos errores y ganar el partido”, agregó.
En 2013 se dedicó de lleno al tenis. Veía los partidos de su ídolo Roger Federer en los grand slams y esas victorias lo impulsaron a hacer sacrificios y tener dedicación. Aunque empezó de manera tardía demostró que el deporte siempre fue su destino.
A los 17 años empezó a despuntar, ganó torneos en Trento, Bérgamo, Santa Margherita di Pula, los Challenger de Ortisei, Lexington, el ATP Next Generation Finals de 2019 en Milán y fue condecorado como Irrupción de ese mismo año en los Premios ATP.
Su meteórico ascenso continuó año tras año conquistando su primer título ATP en 2020 (Abierto de Sofía), siendo, con 19 años, el jugador más joven en ganar el ATP 500 de Washington, triunfo que le permitió ingresar al ‘top-10’ del listado mundial, siendo el primer nacido después del 2000 en hacerlo.
“Vengo de una familia muy normal, mi padre sigue trabajando y mi madre, también. Para mí el deporte es una cosa y la vida es otra”, dijo tras ganar en Miami al recordar sus raíces, esas que no olvida y que lo impulsan a ser el mejor del planeta.
A pesar de su logros le queda una última montaña por escalar, destronar al serbio Novak Djokovic, rival al que ya venció el año pasado en la final de la Copa Davis para llevar a su nación a conquistar el título tras 47 años de espera.
Sinner es, sin duda, el rival a vencer, ganó 41 de sus últimos 44 partidos, en 2024 tiene un balance de 22 victorias y solo una derrota (contra Alcaraz). El secreto de su juego es una mentalidad fuerte, la que no han podido vencer sus rivales.
“Cuando eres joven no dominas esas situaciones (de tensión). Pero ahora las gestiono mejor. Por mi personalidad siempre trato de mantener la calma, pero no hay que quedarse de brazos cruzados, hay que atacar. Tienes que concentrarte mentalmente en todas las situaciones de la pista”, precisó.
Su próximo reto será Montecarlo, el torneo que arranca hoy. Llega como máximo candidato al título y quiere convertirse en el segundo jugador de la Era Abierta en ganar en un mismo año el Abierto de Australia el Masters 1000 de Miami y Montecarlo, tras lo hecho en 2015 por Djokovic.
“Llega la temporada en tierra batida y me cuesta, vamos a ver qué puedo hacer este año. Sin duda, el objetivo principal es Roland Garros, pero antes tengo Roma, que para mí es un torneo muy especial, juego ante mi público, siempre es fantástico”, señaló un Sinner que mete miedo cuando salta a la cancha y que puede ser el dolor de cabeza de Alcaraz.